‘El Caimán Willy’ cuelga el disfraz: “Me despido con este título”
Tras 14 años con el personaje, William De la Hoz no seguirá animando a los ‘Saurios’.
William De la Hoz salió disparado al montículo. Tan pronto el brazo extendido del umpire apuntó a primera, con el puño apretado, para sentenciar el final del quinto juego de la final. Era el duelo entre Caimanes y Vaqueros, que los ‘saurios’ ganaron por 4-3 para ser campeones.
‘Willy’, como le dicen sus amigos y los que no lo son también, ya conoce la rutina de celebrar. Durante los últimos 12 años se ha puesto en la piel del equipo más ganador de la historia del béisbol colombiano.
Acompañando al equipo barranquillero celebró 7 consagraciones. Sin duda, viviendo el momento más glorioso en la historia del equipo.
Y lo de ponerse la piel, es literal. Asumió, casi que, por una apuesta, un capricho, un mero vacilón, ser la mascota oficial del equipo.
Es ‘el Caimán Willy’ y en el Tomás Arrieta y el Édgar Rentería, mandaba él.
A sus 54 años, este comerciante, en medio de la 'borrachera' de felicidad y celebrando la consagración, ‘Willy’ se me acercó, nos felicitamos por la victoria y con mucha seguridad se me quedó mirando: “hasta acá llego yo. No voy más, a partir de hoy me retiro”.
Le pregunté si estaba dispuesto a hacerlo público. Me dijo que la exclusiva me la concedía a mí y a Zonacero.
Sin embargo, esperé a que los estragos de la celebración pasaran de su organismo y le volví a preguntar luego del fin de semana posterior al título: ‘¿Seguro que no sigues más?’
Durante los próximos minutos, sentados en la grada del Rentería me comentó los motivos, con lujos de detalle y sinceridad.
Tantos años de ‘morisquetas’, saltos, emociones y acrobacias le habían pasado cuenta de cobro. La fama que conquistó como Caimán lo llevó a poner la piel del Tiburón de Junior y hasta de Baqui, la mascota oficial de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla 2018.
Solo puede quedar uno: ‘Willy o el ‘Caimán’
William De la Hoz, siendo un auténtico barranquillero, levantado en el barrio Montecristo, melómano y salsero, sabe que Héctor Lavoe tenía razón en el canto y "todo tiene su final, nada dura para siempre".
“Cuidando mi salud. Ya son 14 años en esta labor, fueron cuatro años que paré mientras construían el nuevo estadio Édgar Rentería, y esa fue la única parada. El resto fue de seguido. Tanto es así, que, de los 12 títulos de Caimanes, 7 han sido conmigo. Le doy gracias a Dios por ese don que me ha dado”, dijo.
Por años, él mismo confeccionó sus trajes. De su cabeza salió la coreografía que ponía a brincar al estadio. Se imaginó los concursos para premiar a los fanáticos. Puso toda su energía en encender la barra, durante 10 temporadas, a lo largo de esos 14 años.
“Mi retiro porque he notado de 2018 para acá, aunque no me quiero esforzar, al béisbol lo amo tanto, que me meto tanto que lo vivo: corro, salto, animo, grito, celebro y al día siguiente… ya tengo los dolores de espalda, los calambres, las nalgas me molestan”, se lamentó.
Fue un retiro aplazado. Luego del título 11, De la Hoz le dijo a Roberto Char, presidente de los Caimanes, que colgaba el traje. Este lo convenció de dar un último tiro. Pero luego de la estrella de este enero, supo que era momento de decir adiós.
“En el 2018 tuve un problema de rodilla. Un amigo kinesiólogo -Ulises Quintero- me solucionó. Luego tuve un problema del nervio ciático. Sufrí mi primer problema como el ‘Tiburón Willy’. El peso del muñeco, que lleva una batería de 8 kilos, saltando por ocho años seguidos, me produjo una hernia inguinal y umbilical”, explicó.
Con el transcurrir de las temporadas se le hicieron más seguidas las recomendaciones de los médicos. Todos le decían lo mismo. El destino estaba escrito y para que ‘Willy’ siguiera, el ‘Caimán’ tenía que irse de vacaciones permanentes.
“Un doctor que fue el que me operó, dijo que si yo quería ser reconocido por la calle y que la gente diga: ‘ese es Willy, ese que va allá es Willy’ o que digan ‘el que va allá todo torcido, con la columna jodida, con el pie jodido, con la rodilla toda reventada, ese era Willy’. Mejor quiero que me reconozcan en mi buena salud y disfrutar de la pensión que me hacen falta unos años. Mi recuperación es muy lenta, ya no soy un pelao”, aseguró.
‘Willy, el Caimán’ vivió de forma particular sus últimos espectáculos. Eran las funciones de despedida, a la que la gente asistía sin saber.
Le advirtió a un puñado de amigos y no le creyeron. Supo que luego del título, era el momento para irse por la puerta grande.
“Quiero despedirme con este triunfo, el número 12. Que recuerden que los espectáculos que yo hacía eran de buena calidad. No quiero que este año, en octubre, ya no tenga esa fuerza o ese ánimo, por temor que me venga una lesión. Prefiero retirarme de una manera más jovial. Al tope, como se retiran los futbolistas y los beisbolistas, que se ven enteros”, comentó.
Todo por una ‘canasta de frías’
Y pensar que todo empezó por una apuesta con Édison Rentería. Le apostó el valor de una petaca de cerveza a que él podía hacer un mejor personaje que lo que estaba haciendo el entonces encargado en el viejo Tomás Arrieta.
“Yo siempre venía con mi familia, con mi esposa y mis dos hijas. Desde la gradería yo veía al personaje, se llamaba el ‘Caimán Juancho’ en ese entonces. Y (Israel) Alcántara metió un Grand Slam (jonrón con bases llenas) y él no se movía. Yo le decía, ‘oye muévete, mira’ y él me movía los hombros y le pregunté ¿Cuánto de dan ahí? Me dijo que 30 mil pesos: me dije enseguida, ahí hay una canasta de ‘frías’. Esa fue la apuesta, entonces yo llamé a Édison (Rentería) y me aceptó y pues a la luz del sol todavía estoy aquí”, recordó.
No era un secreto. Los fanáticos de Caimanes vivieron durante la última década al ritmo que les iba marcando un lagarto jefe de ceremonia. Con sus brazos en alto, y sus rutinas, se los fue conquistando.
‘El Ñato Mama ron’, la canción reeditada de Noel Petro, fue su primer show por allá en el 2007-2008. Lo llegó a repetir hasta tres veces en un mismo juego. Nunca pudo acabar con el ron.
Otros célebres shows fueron el de ‘Superman’, el cual revivió para este año, pero ya sin el carrito de golf sino con una bicicleta con la cual le dio la vuelta a todo el diamante.
Se puso los guantes del boxeador ‘Rocky’ y la gente cayó a la lona con su simpatía.
“Ya el público sabía mi rutina, mi actividad, mi trabajo. Lo bonito era la química que tenía con ellos. Los respetaba mucho y ellos mucho a mí. Era algo de amistad, amor. Eso va ser entrañable, motivo de mucha nostalgia”, admitió.
Buscando una ‘mascota profesional’
Toda la vida ‘Willy’ se la ha pasado animando el béisbol. De niño fue la ‘mascota’ de la segunda época de la pelota profesional. Luego, se puso el disfraz.
Ha sabido bien la diferencia de estar fuera en la tribuna y dentro del campo.
“Vivir el béisbol dentro del campo es diferente. ‘Saboreas’ el olor de la hierba, la arena que te cae. Con los jugadores los gritos, ver la seña. Permitirte que puedes estar en cualquier punto dentro del estadio, era una virtud. Yo podía estar con los umpires, con el cuerpo técnico, con los jugadores, con el bullpen. En todos lados estaba. Voy a extrañar estar dentro del campo”, lamentó.
Ahora, en su retiro, a unos años de que le llegue la edad de pensión, sabe perfectamente en qué invertirá su tiempo.
“Me voy a dedicar a un nuevo ser, un nuevo miembro que llegó a mi familia hace nueve meses. Se llama Julián, yo le digo ‘Julián Willy-Willy’. Él mi motor, mi bujía. A dedicarle el tiempo a mi familia, a mi hogar. Me gustaría viajar”, ha estado pensando.
Su gran reto ahora es pasar el manto. Encontrar y entrenar al nuevo ‘Caimán’ que siga llevando alegría a las tribunas.
“En estos nueve meses que quedan buscar un nuevo integrante que se ponga este legado que voy a dejar. Tratar de seguir con esta actividad desde la tribuna. Seguir disfrutando de la vida, de mis amigos, de la buena cerveza. Pueden llamarme, voy poner un aviso ‘se busca alguien que se quiera poner el disfraz’, lo veo, miro si está bien y se lo presento al club Caimanes para que sea la nueva mascota”, cerró.
Tal vez, en 15 años sea el mismo Julián el que se ponga la careta que cargaba su abuelo. Eso no lo sabemos.
Lo que sí podemos creer es que crecerá entre las historias de los familiares y amigos, que le contarán que su abuelo era el ‘jefe del estadio’.
'Willy' siempre tuvo en su gesto para todos, una ‘sonrisa de caimán’, de oreja a oreja, para llenar el corazón de cada fanático.